Resumen

El camino del guerrero (Peaceful Warrior) es una película del 2006 dirigida por Victor Salva, escrita por Kevin Bernhardt y basada en la novela Way of the Peaceful Warrior de Dan Millman. Como tal tanto la película como la novela son semi-autobiográficas, narrando la propia historia de Dan Millman pero agregando varios elementos ficticios. Así, el protagonista de la película hereda directamente el nombre del autor del libro: Dan Millman, y al comienzo de la película se muestra como un joven gimnasta con un prometedor futuro rebosante de éxito. Su sueño es ganar la medalla de oro en los juegos olímpicos y para ello entrena muy duro, a menudo sobreexigiendo su cuerpo.

Sin embargo, a pesar de que Dan parece tenerlo todo claro, sufre de insomnio e inquietud. Entre las cosas que lo atormentan (y de forma muy premonitoria) está la pesadilla de la fractura de sus piernas al caer de una de sus actuaciones. Dan ante estos miedos simplemente recurre a distracciones como salir a correr durante las noches; es así como conoce a quién más adelante apodaría como “Sócrates”. En principio Dan sale a correr y decide parar a comer en una estación de servicio donde trabaja Sócrates. La interacción es relativamente cotidiana hasta qué Dan se marcha y vé que Sócrates sube al techo de la estación de servicio de forma inexplicable; de esta manera empieza la fascinación de Dan por quien sería en un futuro su maestro.

Sin embargo, en un comienzo Dan sigue su vida normalmente y solo vuelve a la estación de servicio para entender como Sócrates logró la hazaña. Sócrates por otra lado se encuentra más interesado en el conocimiento y la filosofía al decirle que el conocimiento no es lo mismo que la sabiduría, ya que esta última es realmente hacerlo. Así mismo, Sócrates cuestiona el objetivo de calificar para las competencias de Dan y más aún cuestiona su felicidad; a lo que Dan responde que tiene todo: dinero, excelencia académica, reconocimiento social, es sexualmente activo y tiene buena forma física… y sin embargo Sócrates le pregunta qué por qué no puede dormir por las noches entonces. Es así como Sócrates revela que, a pesar de que Dan lo tiene “todo” aparentemente, este no tiene paz mental. Dan se ve notablemente irritado por todas esas preguntas y simplemente se va.

En efecto Dan es una persona impaciente, egocéntrica, temeraria, con una actitud brusca ante las otras personas; aunque tiene amigos, él mismo no es un amigo para los demás. A medida de que su mente lo sigue atormentando sigue volviendo a la estación de servicio para interactuar con Sócrates. A raíz de esto el maestro le da una serie de tareas y lecciones. Algunos conceptos centrales de la filosofía de Sócrates son la idea de que uno tiene que vivir enteramente en el instante actual, que siempre algo interesante está ocurriendo si se mira más allá, etc. Estas lecciones son impartidas de forma práctica, a través de meditaciones y de una que otra experiencia mística.

El impacto de las lecciones en Dan es variado, por un lado logra dar una actuación excepcional en un área de la gimnasia que no era su fuerte; así mismo reevalúa sus hábitos para adoptar otros más estoicos sugeridos por Sócrates. Sin embargo, como resultado de la transformación intensa que sufre Dan respecto a su viejo ser, se empieza a ver más desconcentrado en sus prácticas en el gimnasio y empieza a cuestionar los resultados de las lecciones de Sócrates, además de juzgarlo por no ser una persona exitosa ya que solo dedica a una estación de servicios. Dan decide entonces rechazar las enseñanzas y los hábitos de su maestro para volver a como era antes. Naturalmente todo vuelve a ser como en el pasado, hasta que a raíz de su impaciencia característica Dan cruza con el semáforo en rojo y choca con un auto; como resultado del accidente Dan se fractura una de sus piernas en 21 pedazos. Afortunadamente es llevado al hospital y sobrevive, sin embargo los médicos se ven obligados a implantar una barra de metal en su pierna para mantener la integridad de esta. Finalmente el entrenador de Dan considera que ya no es apropiado que él compita y Dan se siente profundamente herido por esto.

Dan en medio de su furia destruye todos sus trofeos, y tiene una pesadilla donde casi se suicida; pero termina dejando ir a la versión pasada de su ser. De esta manera Dan acepta el presente tal y como es pero, con la pregunta interna de cómo redefinirse, vuelve a buscar a Sócrates. Otra vez, mediante las lecciones Dan llega a la autorrealización de que siempre hay algo ocurriendo y que por lo tanto no debe tener miedo a lo que sigue en su vida a medida de que se redefine. Dan así decide disculparse con aquellos que hirió en el pasado. Finalmente Sócrates lo convence de que no tiene que abandonar su sueño, y de que incluso así en su estado físico puede trabajar en su gimnasia. Dan inicialmente es reacio a la opción ya qué ya había aceptado su condición pero cede y empieza a entrenar nuevamente. A raíz de esto Dan prácticamente se recupera totalmente y vuelve a pedirle a su entrenador que reconsidere la opción de que compita en los clasificatorios nacionales. El entrenador sin embargo se lo niega y Dan se vuelve a sentir perdido.

Sócrates ve esto y le propone a Dan una excursión en la cual Dan aprende una última lección: el viaje es lo que da la felicidad, no el objetivo en sí. Dan así entiende que hará gimnasia simplemente porque es lo que ama, más allá de las medallas y éxitos que eso le conlleve. Dan vuelve al gimnasio y realiza sus ejercicios como antes, más allá de la aprobación de su entrenador y esté finalmente se convence de que Dan está en capacidad de competir.

La película concluye con Dan buscando a su maestro para verlo antes de los clasificatorios pero Sócrates ya no está en la estación de servicio. Dan reflexiona que al final aquella maniobra imposible de Sócrates ya no importa. Luego, en la competición Dan se prepara para su actuación mientras conversa con su compañero quien es un reflejo de algunos de los valores que Dan tenía en el pasado. Finalmente, Dan comienza su actuación final situándose completamente en el instante presente tal como lo había aprendido de su maestro y finaliza su acto ante la mirada atónita de los asistentes.

Relación con la vida

“Luche por lo que usted quiere en la vida, y que es lo que quiere en la vida… usted solo sabe”.


Conversación detrás de la quebrada cerca de mi casa…


La película toca varios temas de orden filosófico debido a la afición del maestro hacia la filosofía griega y en particular a Sócrates, el maestro de Platón. Así vemos que se exploran constantemente temas diversos como la idea de que “una vida que no se cuestiona, no merece ser vivida” originalmente de Sócrates (el personaje histórico real) y de que “lo único constante es el cambio” de Heráclito. Sin embargo hay tres temas constantes en la película:


  1. Vivir en el momento (esta idea tiene orígenes budistas y en la filosofía greco-romana bajo el carpe diem)
  2. ¿Qué es la felicidad y cómo se obtiene?
  3. ¿Quienes somos?

Sobre la acción transiente

El primer tema se refiere a la idea de que al aferrarnos a lo que fué (el pasado) y a lo que puede ser (el futuro) no logramos disfrutar, ni concentrarnos, ni vivir en el momento, es así como terminamos infelices y descontentos con el instante presente; incapaces de dar nuestro potencial completo. Esta idea es pues muy notable en los casos donde nuestra actuación es principalmente transiente como en los deportes, la música, la actuación, etc. En lo personal mi experiencia ha sido del lado más musical donde notoriamente existe el fenómeno de “parálisis por análisis”. Esto se puede ilustrar con el “dilema del ciempiés” de Katherine Craster:

Un ciempiés paseaba contento
Hasta que un sapo burlón
Le dijo: «Cuéntame, ¿en qué orden mueves las patas?»
Le llenó de dudas hasta tal punto
Que cayó exhausto en el camino
Sin saber cómo correr.

Básicamente la idea es que si piensas demasiado en cómo hacerlo, o en las consecuencias de equivocarse, etc lo más probable es que falles como efecto retroalimentado de tu propia ansiedad y de tu propia desvinculación con el acto en sí. Sin embargo en un acto académico esto también tiene su contraparte, por ejemplo durante la resolución de exámenes. En general recuerdo un profesor que decía que ya en el momento de la ejecución del exámen lo mejor que se puede hacer es creerse un genio, sobretodo cuando uno ha llegado mal preparado a este. Esto es debido a que al creerse un genio al menos durante ese breve periodo de tiempo aumentas la probabilidad de dar lo mejor de ti simple y llanamente porque evitas caer en inseguridades y ansiedades provenientes de dudar de tus propias respuestas, además de ahorrar tiempo como resultado. Por otra parte si escoges las preguntas con las que te sientas mejor preparado al principio verás que la confianza que surge de responderlas bien te ayudará a sentirte mejor para las que vienen. En general podemos ver como nuestra propia actitud emocional ante la actividad que realicemos afecta nuestra efectividad.

Un problema de definición

Los otros dos temas se pueden tratar simultáneamente, ya que en cierta manera la definición de nosotros mismos afecta en medida la forma en que entendemos ser felices. ¿Somos felices porque somos nosotros, porque alcanzamos nuestros objetivos, o por qué exactamente?. ¿Nos definimos a partir de nuestros objetivos? ¿Qué pasa si no somos capaces de controlar aquellos objetivos, si a pesar de todo nuestro esfuerzo esos objetivos podrían no cumplirse? En la película es muy claro el peligro de definirse mediante metas debido a que no tenemos control ante ciertas circunstancias, como lo puede ser un accidente.

Aquí es relevante una percepción cultural de la cual no estoy seguro cuán general es alrededor del mundo: la idea de “estudiar para ser alguien en la vida”. Como tal aquí vemos explícito la idea de definirse mediante una profesión: soy artista, soy médico, soy deportista, soy ingeniero, etc. Lo cierto es que la profesión es tan solo una de las tantas aristas por la cual una persona puede tratar de definirse, el riesgo es pues que uno podría equivaler el éxito en la profesión como indicador de nuestra felicidad. Siempre habrá una persona mejor y peor que tú en tu profesión y esto es por lo menos cierto para todo el conjunto de personas en tu profesión excepto dos.

“Si soy un ingeniero en el tercer mundo probablemente no soy alguien realmente, debería ir al primer mundo y tener éxito allá para ser alguien”.

Me pregunto cuantos estudiantes y profesionales de los campos STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, y Matemáticas en inglés) en latinoamérica (y en general países en vías de desarrollo) tendrán dicha percepción; por lo menos uno, que soy yo. Si uno tiene el sueño de ser premio nobel pero es nacido en un país en vías de desarrollo pues las posibilidades son muy bajas, pero es posible. De hecho están dados los casos de varios nobeles de literatura y de la paz latinoamericanos y algunos en los nobel de química. Sin embargo hasta ahora no hay ningún medallista Fields (equivalente al premio nobel de matemática) latinoamericano. Entonces para un matemático es prácticamente un accidente haber nacido acá. Sin embargo, mediante conversaciones con personas profesionales y estudiantes que han visitado el extranjero el asunto no es un problema de talento o de potencial sino de recursos. El primer mundo no tiene personas considerablemente más talentosas, sino simplemente más recursos para potenciarlas. Y es que aparentemente en el extranjero todo es mejor, lo cual probablemente sea verdad… Pero la idea de que el éxito solo se puede obtener en el extranjero es debatible. Definir “el éxito” es pues un asunto difícil. El éxito es ¿reconocimiento?, ¿impacto?, ¿el fruto de un trabajo bien hecho?, ¿riqueza?. Así como me pregunto cuantos estudiantes y profesionales latinoamericanos plantean el éxito mediante la migración, me pregunto cuantos académicos, profesionales, estudiantes de posgrado, en los países desarrollados sueñan con ver un impacto real de su trabajo en la sociedad, en las comunidades y demás. Pienso que la evolución natural de una persona una vez obtenga reconocimiento profesional es hacerse esa pregunta… ¿Cuánto realmente impacta mi trabajo de forma positiva en el mundo?. Ciertamente, el hecho de que tu trabajo tenga influencia sobre una comunidad le añade significado, esta es la idea del “significado mediante la comunidad”, o del “soy parte de algo más grande, y a través mi contribución a eso me defino”. Esto se puede ver en la película mediante el personaje de Sócrates y su afición al arte del servicio. Realmente juzgar por qué medio es mejor definirse: “ser el mejor” (meta individual) o “generar impacto comunitario” (meta colectiva), es debatible.

El problema de la elección

Definirse a través de una profesión es a su vez difícil porque muchas veces dicha profesión está asociada con una pasión inherente que las personas deben tener… Si uno tiene una pasión concreta la idea de “seguir tu pasión” es muy buena, el problema surge en los otros dos casos: a) tienes muchas pasiones y te cuesta elegir, y b) no tienes ninguna pasión en particular. Me atrevería a decir que la mayoría de la gente cae en alguno de esos dos casos más que en el caso ideal. Entonces… ¿qué hacemos el resto de los mortales?. Cal Newport plantea para el caso de que no se tiene una pasión el hecho de que uno no se debe preocupar por encontrarla, ya que esta pasión (o satisfacción profesional) más que algo innato es algo que se construye a medida que se va adquiriendo experticia en tu oficio. El postula que una profesión viable para obtener la satisfacción personal debe cumplir 3 requerimientos: 1) Que por lo menos tengas interés en el área. 2) Que puedas crecer en ella, es decir que puedas desarrollarte y ascender en tu oficio. 3) Que no colisione con tus valores personales (que sientas que no perjudica al mundo activamente por ejemplo). Por otro lado para el caso en que simplemente tenemos demasiadas pasiones posibles la idea es librarte de algunas de ellas ya que, más que alimentarte, las excedentes te distraerán de concentrarte en la prioritaria. En cierta manera esto tiene que ver con la paradoja de la elección: cuando hay demasiados posibles caminos es muy difícil elegir (Barry Schwartz). El hecho de tener demasiadas posibilidades abiertas te hace menos libre paradójicamente; cualquiera que elijas te hará preguntarte qué hubiese pasado al escoger la otra. Es por esto que la libertad se puede alcanzar mediante el compromiso (Mark Manson), y por lo cual pertenecer nos hace libres... libres de porfin poder autorrealizarnos en lo que escogimos.

El problema de la elección es algo a lo que me he enfrentado continuamente. Cuando me gradué de bachiller tenía intereses claros: me gustaba la música, la física y la filosofía. Combine la dos primeras en la meta de estudiar ingeniería de sonido y la última simplemente decidí explorarla como hobbie. Como la ingeniería de sonido no era una carrera de universidad pública me fui por su madre: la ingeniería electrónica. Así mis primeros tres años de la universidad en ingeniería electrónica constituyeron en explorar de forma extracurricular la ingeniería de sonido además de trabajar como músico en competencias de gaitas venezolanas intercolegiales. Al tiempo traté de estudiar en un conservatorio de música. Lo cierto es que es muy difícil mantener dicho ritmo cuando pasas a los semestres más fuertes. Y tuve que abandonar esos oficios extras, como respuesta a esto participé en la fundación del Club de Audio de la universidad y seguí participando en grupos musicales pero dentro del campus. Básicamente en esos primeros tres años de universidad adquirí todo el conocimiento y práctica que pude acerca de música e ingeniería de sonido. Sin embargo, al final me di cuenta que la ingeniería de sonido no era lo mío, al menos a nivel intelectual no me llenaba completamente y decidí vivir la música también como hobbie junto con la filosofía. En esos momentos tuve que redefinirme ya que hasta entonces lo había hecho a través de mis intereses musicales. Mi pasión por la ingeniería de sonido paso a la ingeniería acústica, luego a los sistemas microelectromecánicos (MEMS), luego a la acústica del ultrasonido. De ahí se me abrió el campo ya que este último tiene aplicaciones médicas y así es como salte a la ingeniería biomédica y la bioingeniería. Comencé con intereses en la bioinstrumentación y en el procesamiento de bioseñales; luego me empezaron a interesar los aspectos más biológicos como la biología de sistemas y la biología sintética. Estas últimas áreas ya se salían de mi campo de electrónica demasiado por lo que volví a enfocarme en procesamiento de señales. Finalmente desemboque interesándome en el campo de sistemas complejos, la ciencia de datos y la epistemología de ambos; ya que esos tres campos abarcaban a nivel general todos esos intereses qué había tenido en el pasado. Sin embargo todo está sujeto a cambios y es por ello que definirse mediante intereses, profesiones, pasiones puede no ser la mejor idea.

La definición mediante valores

Una opción menos volátil para definirse como persona es optar por tus valores ya que el supuesto es que estos son más constantes y son relativamente independientes de factores que no puedas controlar como accidentes y (en mi caso) de cambios constantes de intereses. La incertidumbre se puede presentar en cualquier momento de nuestras vidas pero podemos enfrentarnos a ella mediante nuestros valores. Así es posible definirse como una persona honesta, respetuosa, etc. Pero ¿cómo podemos definir nuestra felicidad en ese ámbito si no hay un objetivo en sí? Uno puede ver la felicidad como el resultado de cumplir con los valores que has escogido para definirte. Es decir, a pesar de que surjan adversidades se puede ser feliz si te mantienes fiel a ti mismo. Y sin embargo… a pesar de que la idea es atrayente uno puede encontrarse infeliz en determinados momentos. A mi parecer culturalmente ponemos demasiado valor en ser felices, como si tal fuera el motivo de vivir. Y esa presión de ser felices nos causa ansiedad. La vida trae consigo muchas otras emociones que experimentar porque más que un asunto de felicidad, es un asunto de salud emocional. Es correcto sentir lo que sientes en tus circunstancias, y a medida de que uno se transforma a sí mismo, transformamos nuestras propias emociones. En la película vemos que Dan pasa por múltiples emociones para poder redefinirse y en esos momentos Dan no tenía que ser feliz, sino que tenía que experimentar dichas emociones tal cual se daban. Para mí más que un problema de felicidad es un problema de concentración; los momentos que más disfruto son aquellos donde estoy más concentrado: en un partido de fútbol, en una fiesta, en el resolver de un problema matemático, al programar, al jugar, al escribir. Es precisamente en esos instantes donde uno está concentrado que uno “vive en el momento” como dice la película. Ni el pasado, ni el futuro existen cuando estas concentrado. Solo existe el ahora y la acción que realizas. En ese sentido para definirme agregué a esos valores más comunes (honestidad, respeto, solidaridad, etc) el valor de la concentración, entendida como la idea de buscar estar inmerso en aquello que hago. Otro valor por el cual me defino es hacer cosas que yo quiera (no exclusivamente claro está). No me importa dónde terminaré yendo, si vuelvo a Venezuela, si me quedo en Colombia, o si viajo a un país desarrollado ya que donde sea que esté sé que haré algo interesante por lo menos.

El problema del cambio y conclusión

Aún así nuestros valores están modulados por las experiencias que vamos obteniendo a través de nuestras vidas, en otras palabras, no son inmutables. Yo plantearía que para definirse no hay una sola forma correcta. En principio esto es porque el problema de por qué existimos no está resuelto. La película hace énfasis en versiones estoicas de la respuesta mediante el personaje de Sócrates, pero como tal la filosofía no ha llegado a una respuesta única (¿ni llegará?). Por cada respuesta estoica que me den puedo generar respuestas existenciales, hedonistas, absurdistas, nihilistas, etc; e incluso una autoctona colombiana: el nadaismo. En ese sentido, el personaje de Sócrates de la película no tiene la última palabra, pero en su defensa, probablemente nadie la tendrá.

Pero entonces, ¿cómo respondemos la pregunta de cómo definirnos correctamente? Ya vimos que no hay forma certera de hacerlo y entonces la única opción es estar abiertos a la posibilidad de redefinición personal. Este es el ideal de “lo único constante es el cambio” que mencione al inicio. Si uno es capaz de redefinirse no debe tener miedo ante la adversidad ya que sabe que hallará al menos una manera.